La responsabilidad social periodística va ligada a la autorregulación el, anteponer el interés público sobre el privado, sin llegar al ilícito.
La historia del mundo ésta invadida de decenas de catástrofes ambientales que pudieron haberse evitado si los registros de manejo y vertimiento de desechos fueran públicos, sin embargo corresponden a documentos de carácter privado por tratarse de corporaciones de igual especie, aunque afecten de forma directa las condiciones de vida de la población en la que se establecen.
Las técnicas de infiltración en el periodismo siempre están buscando información privada, si bien se presume que todo lo que aqueje a un gran número de personas es de interés público y por lo tanto debería tener un registro de igual naturaleza.
No obstante, hay un momento en que la infiltración se convierte en una técnica de la defensa del interés público, cuando la información reservada involucra a muchas personas haciendo necesaria su visualización para prevenir o inculpar a los responsables de algún caso de corrupción u otro delito.
Desastre ambiental en Minamata, Japón
En 1908 se estableció en la Bahía de Minamata, Japón, la compañía petroquímica Chisso, que utilizaba mercurio metílico para obtener acetaldehído, un material para el cloruro de polivinilo (PVC).
En 1925 comenzaron las primeras vertientes del líquido -desechos tóxicos- contaminado con mercurio que la planta derramó en la Bahía, hasta 1968.
Por 43 años, intereses privados: políticos y económicos, ocultaron el desastre medio ambiental que todavía sigue cobrando víctimas tras el hallazgo de la enfermedad de Minamata, que mató a centenares de personas y condenó a los pobladores de esta ciudad a tener hijos con problemas neurológicos graves y permanentes.
Este desastre fue conocido en el mundo en 1959, a través del trabajo de infiltración mostrado en el reportaje gráfico de W. Eugene Smith, exponiendo la dimensión humana de la tragedia y el dolor que tuvieron que padecer estas personas, que veían como sus organismos se iban deteriorando al consumir su principal fuente de alimentación: pescados y mariscos contaminados con mercurio, siendo peor ver nacer y crecer a sus hijos con deformaciones físicas y cognitivas.
Los defensores de esta compañía siempre advirtieron que la revelación de este fotógrafo fue ilícita, pues se trataba de una corporación que contaba con los permisos del gobierno japonés, tanto así que siguieron desechando mercurio al mar por 9 años más, posteriores a la divulgación de las fotografías sin tener en consideración la afectación colectiva que su funcionamiento traía consigo a los habitantes de Minamata.
Hace algunos años se condeno al Estado japonés por este hecho, encontrándolo responsable de la extensión de la "enfermedad de Minamata" que obligaba al gobierno central y un gobierno local a compensar a las víctimas junto con el empresa química Chisso Corp.
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